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El sentido común es un mal consejero

  • Aníbal Malaparte
  • 17 abr 2017
  • 9 Min. de lectura

En la historia como en la naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida.

Karl Marx

Sólo los idiotas creen en la realidad del mundo, lo real es inmundo y hay que soportarlo.

Jacques Lacan

Trump sedujo masas con su discurso, claro, sabemos que millones de supremacistas blancos votaron por él debido a su (implícita) promesa de volver a hacer de los EUA una nación étnicamente blanca, claro, muchos otros votaron por su oferta de recuperar los empleos que terminan en este lado del rio (y en el tercer mundo en general) una buena parte lo apoyo por calculo estratégico (“el enemigo no es Rusia si no los musulmanes”, “en vez de luchar en medio oriente deberíamos de hacerlo contra los chinos, hay que detenerlos ahora que todavía podemos”) y otros tantos votaron por el porqué lo que decía: “era de sentido común”.

De estos últimos quiere hablar este artículo.

Y es que no faltaron los millones que confiaron en sus políticas: las sandeces con las cuales los medios hicieron un escarmiento público del candidato republicano sonaban perfectamente razonables, no hablo simplemente de pereza en el pensamiento, hablo de una fatal incomprensión del ser humano y su mundo.

Un mundo que está cambiando, y lo está haciendo rápidamente, esto es obvio para cualquiera, de ahí la permanente necesidad de obtener algo que podemos “comprender”, algo que nos diga “eres de aquí” de ahí el revival por lo viejo, desde el regreso de Dragón Ball pasando por homenajes al cine de los 80´s (¿qué es stranger thing si no un gigantesco retorno a los buenos y viejos tiempos?) pasando por remakes de series viejas tratando de “modernizarlas” con mejor o peor resultado (definitivamente Rogue One como revitalizador de la saga tuvo mayor éxito que la más reciente de los –ahora las- Cazafantasmas).

Obviamente no quiero decir que Trump ganara fuese culpa de los remakes de Karate Kid, Robocop o de los pitufos, pero funciona para exponer algo que en psicoanálisis llamamos: síntoma... la incapacidad de entender lo nuevo obliga a muchos a volver a lo viejo, Trump prometía curar este síntoma, claro está.

¿Cuál fue la mayor promesa de Trump? Hacer de su país grande nuevamente, vemos como irónicamente fue el triunfo del “modo de vida americano” lo que permitió su derrota.

Pero vámonos por partes, diría Jack.

Si alguien gano la guerra fría fue el imperialismo estadounidense, lo podemos ver en el desmembramiento de la URSS, en el fracaso de la revolución cultural en China y el aislamiento de Cuba, gano usando una estrategia cultural y una económica, la cultural en la imposición del paradigma relativista “no hay grandes verdades en este mundo” “todo proyecto utópico es un meta relato” “se acabó la era de los grandes discursos” “lo que importan son las identidades particulares, por eso el universalismo es violencia contra los pueblos” y por otro lado la imposición del libre mercado como terapia de shock en el mundo para crear una radical redistribución de la riqueza acumulándola en manos de unos pocos.

Era una contradicción que el propio capitalismo encontró imposible de solucionar… al menos el capitalismo clásico, ese que poseía valores liberales emanados de la ilustración y que afirmaba derivaban de la revolución francesa (libertad, igualdad y fraternidad).

Si algo hay que reconocer al capitalismo es que por sí mismo no caerá, todos los que se quedan esperando “las condiciones precisas” se quedaran esperando siempre ya que el capitalismo tiene una capacidad para adaptarse a los cambios increíble, si algo ha demostrado el capitalismo es que puede vivir perfectamente sin los valores que durante largo tiempo predico “democracia y libertad” ya no son necesarios para que el mercado se imponga, el capitalismo de masas chino, el capitalismo autoritario ruso, el capitalismo fundamentalista saudí, el capitalismo con valores asiáticos hindú y (en menor medida) el capitalismo populista-indigenista sudamericano lo demuestran con creces, es más, la propia acumulación originaria descrita por Marx demostraba que el periodo de mayor expansión capitalista no requería de democracia, se logró mediante imperios y colonias, el ejemplo chileno tras el golpe de Pinochet y ahora mismo la forma con la cual China está convirtiéndose en la potencia dominante lo corroboran.

Y ante esta eficaz competencia, esta mezcla de valores despóticos de mano dura mezcladas con un estado que defiende el mercado y la producción y circulación de mercancías sin importar el coste humano y ambiental el propio capitalismo estadounidense se ve imposibilitado de vencer así que ha decidido adoptar la misma estrategia: abandonar los valores democráticos-universalistas para imponer valores autoritarios y étnicos.

Pero para ello requiere cierta legitimación, si una buena parte de la población no estuviese dispuesta a abandonar esos valores habría ganado cuando menos (en las urnas) un candidato como Bernie Sanders (con todas sus contradicciones era el candidato más a la izquierda de todos).

Resulta que el pueblo estadounidense fue víctima también del triunfo del aparato militar y financiero estadounidense en la guerra fría, con la apertura de todos los mercados (excepto y por distintas razones a países como Cuba, Siria, Irán o Corea del Norte) del mundo ¿Qué necesidad tenía y tiene este aparato de sostener el modo de vida estadounidense? Un modo de vida ciertamente con mayores comodidades al resto del mundo, un modo de vida del cual se sentían orgullosos ¿Qué necesidad tendría el estado de mantenerlo cuando gracias al neoliberalismo en un país que pocos encuentran en el mapa producen más por menor inversión y sin preocuparse por los costos sociales y el daño al medio ambiente? El modo de vida estadounidense fue sostenido artificialmente para evitar problemas internos con sus masas de explotados y tener millones de patriotas dispuestos a morir en las guerras del exterior, fundamentalmente la apuesta de la burguesía imperialista fue perder el anillo para salvar el dedo del gatillo con el cual despojaban al resto del mundo (un gran negocio) pero el propio neoliberalismo consiguió dejar obsoleto este modelo, ha desaparecido, ahora mismo la política exterior militarista continua pero se perdió el fervor patriótico de las masas estadounidenses alimentado por años de “modo de vida americana”, el solo hecho que en Irak y Afganistán se encuentren operando compañías mercenarias para cubrir el hueco dejado por las tropas regulares es prueba de que millones ya no sienten como propias esas guerras.

El pueblo estadounidense está en lo correcto cuando afirma su estado está atrapado en manos de una mafia de militares “que han hecho del ejercito un negocio” y tecnócratas de universidades privadas que solo gobiernan en su propio interés y que ven en ellos una masa iletrada útil solo para enviarla a mataderos del tercer mundo y poco más, pero fallo profundamente en la manera en que lo percibió, vieron en aquellos que hablaban pero no comprendían la causa de todos sus males. Al igual que el fascismo clásico europeo encontraron un chivo expiatorio.

¿No vemos a diario en la “América profunda” muestras diarias de odio a quienes recibieron una formación universitaria? Estas explosiones de rabia con todo y su identificación de clase (quienes odian a los universitarios son consientes que ellos no podían acceder a la universidad y no por carecer de inteligencia si no por no poder pagarla) son una salida falsa a la crisis, hay un dicho mexicano que dice que no importa quién te las debe si no quien te las pague, es la misma lógica de estas explosiones, caricaturizar a los psicoanalistas como un gremio de estafadores, farsantes y pervertidos por ejemplo, al grado de llegar agresiones físicas habla mucho de la cólera del estadounidense medio y una errónea identificación del problema.

Básicamente ese es el panorama que se enfrentó el pueblo estadounidense día de las elecciones, no diré que tomaron la peor decisión posible (Clinton a su manera es incluso peor que Trump) pero si tomaron la decisión que el sentido común les decía, su argumento era simple: “si los políticos de siempre con su discurso políticamente correcto y su continuidad con las anteriores administraciones odia a Trump entonces es que este debe de ser el bueno”.

Pero no es solo que votaron por el “enemigo” de sus enemigos (no se requiere un análisis profundo para ver que este demente es la radicalización de un proceso interno que ya vivía el imperialismo estadounidense) votaron por lo que parecía correcto ¿acaso no es más fácil culpar a los inmigrantes por la pérdida de empleos que analizar científicamente la causa de la decadencia de su sociedad? El odio al intelectual (profundamente enraizado en la sociedad estadounidense por su origen puritano) exploto en estas elecciones, vimos a millones apoyar a quien decía “verdades” aparentes y exaltaciones al sentido común por encima de los “analistas y expertos” que fueron vilipendiados en masa.

Resulta que tras años y años adoctrinamiento liberal, tecnocracia administrativa y corrección política el pueblo estadounidense se declaro en rebeldía ante este discurso desde el poder, pero, incapaz de articular su rebelión de forma racional dieron impulso a discursos irracionales. El intento de trazar una línea divisoria comprensible entre el lenguaje de los “expertos” y lenguaje de la gente común termino por reproducir de forma aun más eficiente los conceptos básicos de la ideología dominante.

Cierran ellos mismos su acceso a la teoría para darle cauce a su rabia ¿no es ese acaso el deseo de la clase dominante? Desdeñar la teoría y afirmar a gritos que no la necesitaban fue lo que permitió que el elementos identitarios (etnia, orientación sexual, religión, etc.) primitivos se impusiesen como el nuevo paradigma ideológico… el sentido común no dio para más.

El límite del sentido común es que impide ir más allá de lo ya establecido, si fuese por él la tierra seria plana y el sol giraría alrededor de ella (de hecho, eso es lo que nos dicen nuestros sentidos si nos fiamos solo de ellos)después del sentido común no hay nada ya que por sí mismo este no puede descubrir nada nuevo, lo cual nos lleva a un principio básico, cuando no podemos encontrar una respuesta bien nos cabe replantear la pregunta, la forma en que hacemos la pregunta para responder un problema es también parte del problema en sí.

Por ejemplo ¿Cómo acabar con la inmigración, recuperar el sentido de seguridad y combatir el tráfico de drogas? La respuesta de Trump y sus votantes es construir un muro fronterizo militarizado ¿no es acaso una respuesta estúpida? Pero si toda respuesta estúpida requiere una pregunta acorde ¿no tiene acaso la pregunta la misma naturaleza? Aquí el problema no es solo la respuesta si no también la pregunta, no hace más que reproducir el problema, este tipo de preguntas equivocadas son las que impiden dar con la pregunta correcta.

¿Qué conjunto de ideas busca aun hoy, pese al ascenso del indentitarismo autoritario o el subjetivismo de “no puedes hablar de mi posición porque no estás en mi lugar” aun apuestan en dar con la verdad?

Bueno… el titulo del ensayo lo dice: el marxismo y el psicoanálisis: no solo son teorías sobre la lucha, son teorías luchadoras, comprometidas con la lucha, a diferencia de otras teorías no son solo acumulación de conocimiento “útil para todos” si no que toman partido.

De ahí que ambos sean también pensamientos donde es imposible abstraer la teoría de la práctica, la base de ambos pensamientos se fundamenta filosófica y científicamente tanto en el materialismo como en la dialéctica y ambos comparten un historial de derrotas difícil de obviar ¿acaso no fueron los grandes informes clínicos de Freud capitulaciones desde los cuales formulo su teoría para llegar a la conclusión que jamás seremos del todo libres? Sucede lo mismo con los análisis de los científicos marxistas, solo se ponen de acuerdo en las causas de los fracasos en las grandes rebeliones igualitarias del pasado y nunca hay un consenso mínimo para analizar las posibilidades en las rebeliones igualitarias del presente.

Y sin embargo esa terca necesidad (que no necedad) de examinar una y otra vez esos fracasos es lo que permite el inmenso potencial emancipatorio de ambas teorías: las dos se rigen por el principio epistémico que las cosas no son como se nos muestran a simple vista, si no que ha algo más, otras fuerzas que condicionan lo que se aparenta ante nosotros, ambas tienen el mismo principio ético: no se trata de cómo es lo que se nos presenta… si no como debería de ser.

Ambas son sumamente críticas, no solo con la “realidad”, con el sentido común si no consigo mismas (el hecho de que ambas estén llenas de luchas entre ortodoxia y heterodoxia es señal que no son teorías muertas o vacías de contenido, mucho menos metafísicas en lo que muchos pretenden reducirlas) que al mismo tiempo se identifican con el pasado sin buscar volver a él al tiempo que nunca optan por acomodarse a circunstancias siempre cambiantes (ni pretenden hacerlo) traicionándose a sí mismas en el camino.

Ambas teorías son sumamente desdeñadas por todos los teóricos del siglo XXI, es más, ambos tienen libros con títulos casi idénticos, el libro negro del comunismo y el libro negro del psicoanálisis se escribieron casi al mismo tiempo, así fuese a través de sus enemigos (en la mayoría de los casos los mismos) que pudimos ver el profundo lazo solidario entre estos dos pensamientos.

Afirmaba Walter Benjamin que sólo para la humanidad redimida se ha hecho su pasado citable en cada uno de sus momentos, acaso lo mismo suceda con el puente entre estos dos pensamientos, los intentos de construirlo no han sido pocos y no llegaron al mejor de los puertos, tan solo por nombrar unos pocos ahí están los esfuerzos de Reich, Althusser, Marcuse o de Zizek hoy en día, quizás la humanidad solo pueda hacer suyo completamente ambos pensamientos de forma conjunta cuando ya no los precise, o mejor dicho, cuando pueda emplearlos sin provocar y provocarse dolor, Freud mismo que afirmo que el psicoanálisis solo seria plenamente realizable en una sociedad que no la necesitara… Marx, quien en su 18 Brumario sin saberlo prologó la permanencia en el subconsciente de los impulsos instintivos reprimidos por la conciencia estaría de acuerdo, solo que añadiría que esa sociedad solo podría ser la comunista.

Pero aun no vivimos en ella y en el aquí y el ahora estos pensamientos sirven y se conjugan para formular mejor nuestras preguntas y combatir así las respuestas de los relativistas que niegan la capacidad de ser objetivs o de los identitaristas que apelan al miedo y a símbolos primitivos, ambos pensamientos no son solo irracionales si no también reactivos (en el pleno sentido nietzscheano de la palabra) ya que dirigen toda su pasión y esperanzas a algo inexistente, la tarea ahora es abrirnos paso a lo que sí lo es.


 
 
 

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Para los que quieren revolución y no reforma.

Para los que quieren revolución y no revuelta.

Para todos ellos esta revista electrónica de un grupo de jóvenes xalapeños –si, de esa misma ciudad de niebla donde se considera normal comer pizza con yogurt- que ponen su contribución a la inteligencia colectiva para preparar la llamarada de las fechas vacías que veremos arder.

 

Dialécticos y concéntricos.

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